29/10/12

LO IMPORTANTE




           Un escriba se acerca a Jesús. No viene a tenderle una trampa. Tampoco a discutir con él. Su vida está fundamentada en leyes y normas que le indican cómo comportarse en cada momento. Sin embargo, en su corazón se ha despertado una pregunta: "¿Qué mandamiento es el primero de todos?" ¿Qué es lo más importante para acertar en la vida?
          Jesús entiende muy bien lo que siente aquel hombre. Cuando en la religión se van acumulando normas y preceptos, costumbres y ritos, es fácil vivir dispersos, sin saber exactamente qué es lo fundamental para orientar la vida de manera sana. Algo de esto ocurría en ciertos sectores del judaísmo.
          Jesús no le cita los mandamientos de Moisés. Sencillamente, le recuerda la oración que esa misma mañana han pronunciado los dos al salir el sol, siguiendo la costumbre judía: "Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón".
          El escriba está pensando en un Dios que tiene poder de mandar. Jesús le coloca ante un Dios cuya voz hemos de escuchar. Lo importante no es conocer preceptos y cumplirlos. Lo decisivo es detenernos a escuchar a ese Dios que nos habla sin pronunciar palabras humanas.
          Cuando escuchamos al verdadero Dios, se despierta en nosotros una atracción hacia el amor. No es propiamente una orden. Es lo que brota en nosotros al abrirnos al Misterio último de la vida: "Amarás". En esta experiencia, no hay intermediarios religiosos, no hay teólogos ni moralistas. No necesitamos que nadie nos lo diga desde fuera. Sabemos que lo importante es amar.
          Este amor a Dios no es un sentimiento ni una emoción. Amar al que es la fuente y el origen de la vida es vivir amando la vida, la creación, las cosas y, sobre todo, a las personas. Jesús habla de amar "con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser". Sin mediocridad ni cálculos interesados. De manera generosa y confiada.
          Jesús añade, todavía, algo que el escriba no ha preguntado. Este amor a Dios es inseparable del amor al prójimo. Sólo se puede amar a Dios amando al hermano. De lo contrario, el amor a Dios es mentira. ¿Cómo vamos a amar al Padre sin amar a sus hijos e hijas?
          No siempre cuidamos los cristianos esta síntesis de Jesús. Con frecuencia, tendemos a confundir el amor a Dios con las prácticas religiosas y el fervor, ignorando el amor práctico y solidario a quienes viven excluidos por la sociedad y olvidados por la religión. Pero, ¿qué hay de verdad en nuestro amor a Dios si vivimos de espaldas a los que sufren?                                                                                                                     
José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Difunde el amor a Dios y al prójimo. Pásalo.


4 de noviembre de 2012
31 Tiempo ordinario (B)
Marcos 12, 28-34

22/10/12

CON OJOS NUEVOS




    La curación del ciego Bartimeo está narrada por Marcos para urgir a las comunidades cristianas a salir de su ceguera y mediocridad. Solo así seguirán a Jesús por el camino del Evangelio. El relato es de una sorprendente actualidad para la Iglesia de nuestros días.

      Bartimeo es "un mendigo ciego sentado al borde del camino". En su vida siempre es de noche. Ha oído hablar de Jesús, pero no conoce su rostro. No puede seguirle. Está junto al camino por el que marcha él, pero está fuera. ¿No es esta nuestra situación? ¿Cristianos ciegos, sentados junto al camino, incapaces de seguir a Jesús?
Entre nosotros es de noche. Desconocemos a Jesús. Nos falta luz para seguir su camino. Ignoramos hacia dónde se encamina la Iglesia. No sabemos siquiera qué futuro queremos para ella. Instalados en una religión que no logra convertirnos en seguidores de Jesús, vivimos junto al Evangelio, pero fuera. ¿Qué podemos hacer?

     A pesar de su ceguera, Bartimeo capta que Jesús está pasando cerca de él. No duda un instante. Algo le dice que en Jesús está su salvación: "Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí". Este grito repetido con fe va a desencadenar su curación. 

     Hoy se oyen en la Iglesia quejas y lamentos, críticas, protestas y mutuas descalificaciones. No se escucha la oración humilde y confiada del ciego. Se nos ha olvidado que solo Jesús puede salvar a esta Iglesia. No percibimos su presencia cercana. Solo creemos en nosotros.

     El ciego no ve, pero sabe escuchar la voz de Jesús que le llega a través de sus enviados: "Ánimo, levántate, que te llama". Este es el clima que necesitamos crear en la Iglesia. Animarnos mutuamente a reaccionar. No seguir instalados en una religión convencional. Volver a Jesús que nos está llamando. Este es el primer objetivo pastoral.

     El ciego reacciona de forma admirable: suelta el manto que le impide levantarse, da un salto en medio de su oscuridad y se acerca a Jesús. De su corazón solo brota una petición: "Maestro, que pueda ver". Si sus ojos se abren, todo cambiará. El relato concluye diciendo que el ciego recobró la vista y "le seguía por el camino".

     Esta es la curación que necesitamos hoy los cristianos. El salto cualitativo que puede cambiar a la Iglesia. Si cambia nuestro modo de mirar a Jesús, si leemos su Evangelio con ojos nuevos, si captamos la originalidad de su mensaje y nos apasionamos con su proyecto de un mundo más humano, la fuerza de Jesús nos arrastrará. Nuestras comunidades conocerán la alegría de vivir siguiéndole de cerca.


José Antonio Pagola





18/10/12

EL CÁNCER HIZO QUE CADA DÍA FUESE UN REGALO



«El cáncer hizo que cada día fuera un regalo»El pequeño bultito que le detectaron a Carmen hace quince años (con 49) era en realidad un cáncer de mama contra el que luchó con todas sus fuerzas y, sobre todo, con espíritu positivo. Y ganó. Carmen Holguín Cillán cumplía con todos los consejos que recomiendan para esquivar esta enfermedad. Siempre ha hecho deporte y ha cuidado con mimo su alimentación, rica en frutas y verduras. Pero el factor genético pesó y, al igual que su madre y su abuela, tuvo que pelear contra la enfermedad. Dos operaciones, la extirpación de parte del pecho y siete meses de quimioterapia y radioterapia sirvieron para curarla, aunque dos veces al año pasa por una revisión para certificar que todo sigue bien. 
Maestra jubilada, actualmente colabora como voluntaria en la Asociación Española contra el Cáncer, que mañana viernes realiza una jornada de sensibilización contra el cáncer de mama. En Cáceres, a partir de las 10 horas en el kiosco de la música de Cáceres se repartirán lazos e información a la población femenina. En España se diagnostican al año más de 20.000 casos, de los cuales un 80% se curan. 
-¿Cómo se tomó el diagnóstico de la enfermedad?
-Cuando le vi la cara al médico intuí lo que me iba a decir y me adelanté yo. Siempre he pensado que es un hecho que te sucede dentro del ciclo de la vida, como tener un hijo o como las muchas cosas que pueden pasarte mientras estás vivo. Sufrí la quimioterapia y la radioterapia a la vez. Pensé en positivo y me tomé cada día como un regalo, un regalo que yo abría poco a poco, y así lo sigo viendo. Ésta es una enfermedad como otra cualquiera. Tiene un halo de no se qué, hay enfermedades gravísimas y mortales, pero el cáncer parece la peor. Antes había un estigma total y se callaba. Ahora, afortunadamente, hay una versión de salir a la calle con la cabeza rapadita y sin problemas. En el momento en el que dices «qué me ha mandado Dios» estás tapándote de tierra hasta la cintura. Está claro que no es algo agradable, no es un cuento de hadas, pero también sucede que no estamos acostumbrados a vivir con las dificultades. Se puede salir de ello. 
-¿Con qué espíritu llegan las mujeres afectadas por el cáncer de mama a la Asociación?
-Cada uno tiene una forma de ser. Hay gente muy enferma que luego ha fallecido y estaban con espíritu positivo, y personas con un cáncer mínimo que están derrotadas porque no tienen esa fuerza interior. Pero hay que analizar qué sucede: a veces te encuentras con cuadros de familias desestructuradas u otros problemas. 
-En otras comunidades autónomas se está lanzando la idea de reducir el número de mamografías que financia la sanidad pública...¿qué le parece?
-Se ha dicho que se va a distanciar y que se va a hacer a partir de una edad más avanzada. 
-Recomiendan mamografías a partir de los 45 años, pero hay casos de cánceres de mama que no son de mujeres mayores.
-Sí, hay casos de mujeres de 18 o de 25 años. Cuando se ha detectado, enseguida se interviene. Yo no he notado que las listas de espera estén aumentando más.
-Actualmente hay mucha sensibilización. Todas las mujeres saben que hay que hacerse autoexploraciones. ¿Hay mujeres que no acuden al médico por miedo?
-Sí, hay miedo, conozco casos de mujeres que se han detectado un bulto y no han ido al médico por miedo. Es una equivocación temer que te den una mala noticia y aplazar la curación. 
-Uno de los argumentos a favor de la lactancia es que dar el pecho al menos 6 meses protege contra el cáncer de mama.
-La mama está llena de glándulas mamarias y cuando empieza la lactancia se inflama. Ahora hay unos métodos mucho más avanzados para retirar la leche y que no se quede calcificada. Hay algunos estudios hechos, aunque no está científicamente probado. 
-La extirpación del pecho resulta traumática.
-Las mujeres tenemos en el pecho nuestro centro de atracción y parece que tenemos que tener unos pechos monisimos. Depende de la importancia que cada una le dé, pero hay soluciones y se puede hacer una reconstrucción inmediatamente.

Más información: "Periódico HOY"



 

16/10/12

DE ESO NADA



Mientras suben a Jerusalén, Jesús va anunciando a sus discípulos el destino doloroso que le espera en la capital. Los discípulos no le entienden. Andan disputando entre ellos por los primeros puestos. Santiago y Juan, discípulos de primera hora, se acercan a él para pedirle directamente sentarse un día "el uno a su derecha y el otro a su izquierda".
A Jesús se le ve desalentado: "No sabéis lo que pedís". Nadie en el grupo parece entenderle que seguirle a él de cerca colaborando en su proyecto, siempre será un camino, no de poder y grandezas, sino de sacrificio y cruz.
Mientras tanto, al enterarse del atrevimiento de Santiago y Juan, los otros diez se indignan. El grupo está más agitado que nunca. La ambición los está dividiendo. Jesús los reúne a todos para dejar claro su pensamiento.
Antes que nada, les expone lo que sucede en los pueblos del imperio romano. Todos conocen los abusos de Antipas y las familias herodianas en Galilea. Jesús lo resume así: Los que son reconocidos como jefes utilizan su poder para "tiranizar" a los pueblos, y los grandes no hacen sino "oprimir" a sus súbditos. Jesús no puede ser más tajante: "Vosotros, nada de eso".
No quiere ver entre los suyos nada parecido: "El que quiera ser grande, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero, que sea esclavo de todos". En su comunidad no habrá lugar para el poder que oprime, solo para el servicio que ayuda. Jesús no quiere jefes sentados a su derecha e izquierda, sino servidores como él, que dan su vida por los demás.
Jesús deja las cosas claras. Su Iglesia no se construye desde la imposición de los de arriba, sino desde el servicio de los que se colocan abajo. No cabe en ella jerarquía alguna en clave de honor o dominación. Tampoco métodos y estrategias de poder. Es el servicio el que construye la comunidad cristiana.
Jesús da tanta importancia a lo que está diciendo que se pone a sí mismo como ejemplo, pues no ha venido al mundo para exigir que le sirvan, sino "para servir y dar su vida en rescate por muchos". Jesús no enseña a nadie a triunfar en la Iglesia, sino a servir al proyecto del reino de Dios desviviéndonos por los más débiles y necesitados.
La enseñanza de Jesús no es solo para los dirigentes. Desde tareas y responsabilidades diferentes, hemos de comprometernos todos a vivir con más entrega al servicio de su proyecto. No necesitamos en la Iglesia imitadores de Santiago y Juan, sino seguidores fieles de Jesús. Los que quieran ser importantes, que se pongan a trabajar y colaborar.


José Antonio Pagola.