15/5/12

NUEVO COMIENZO

                  Los evangelistas describen con diferentes lenguajes la misión que Jesús confía a sus seguidores.
 Según Mateo, han de "hacer discípulos" que aprendan a vivir como él les ha enseñado. Según Lucas, han de ser "testigos" de lo que han vivido junto él. Marcos lo resume todo diciendo que han de "proclamar el Evangelio a toda la creación".
          Quienes se acercan hoy a una comunidad cristiana no se encuentran directamente con el Evangelio. Lo que perciben es el funcionamiento de una religión envejecida, con graves signos de crisis. No pueden identificar con claridad en el interior de esa religión la Buena Noticia proveniente del impacto provocado por Jesús hace veinte siglos.
          Por otra parte, muchos cristianos no conocen directamente el Evangelio. Todo lo que saben de Jesús y su mensaje es lo que pueden reconstruir de manera parcial y fragmentaria escuchando a catequistas y predicadores. Viven su religión privados del contacto personal con el Evangelio.
          ¿Cómo podrán proclamarlo si no lo conocen en sus propias comunidades? El Concilio Vaticano II ha recordado algo demasiado olvidado en estos momentos: "El Evangelio es, en todos los tiempos, el principio de toda su vida para la Iglesia". Ha llegado el momento de entender y configurar la comunidad cristiana como un lugar donde lo primero es acoger el Evangelio de Jesús.
          Nada puede regenerar el tejido en crisis de nuestras comunidades  como la fuerza del Evangelio. Solo la experiencia directa e inmediata del Evangelio puede revitalizar a la Iglesia. Dentro de unos años, cuando la crisis nos obligue a centrarnos solo en lo esencial, veremos con claridad que nada es más importante hoy para los cristianos que reunirnos a leer, escuchar y compartir juntos los relatos evangélicos.
http://somos.vicencianos.org/comentarios/files/2011/05/20110605.jpg          Lo primero es creer en la fuerza regeneradora del Evangelio. Los relatos evangélicos enseñan a vivir la fe, no por obligación sino por atracción. Hacen vivir la vida cristiana, no como deber sino como irradiación y contagio. Es posible introducir ya en las parroquias una dinámica nueva. Reunidos en pequeños grupos, en contacto con el Evangelio, iremos recuperando nuestra verdadera identidad de seguidores de Jesús.
          Hemos de volver al Evangelio como nuevo comienzo. Ya no sirve cualquier programa o estrategia pastoral. Dentro de unos años, escuchar juntos el Evangelio de Jesús no será una actividad más entre otras, sino la matriz desde la que comenzará la regeneración de la fe cristiana en las pequeñas comunidades dispersas en medio de una sociedad secularizada.

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Difunde la fuerza del Evangelio. Pásalo.


20 de mayo de 2012
Ascensión del Señor (B)
Marcos 16, 15-20

11/5/12

UN TESORO VALIOSO QUE DIOS NOS HA DADO


Salmo 90,10 “El tiempo de nuestros años es de setenta y ochenta si somos robustos. La mayoría son de pena y decepción, transcurren muy pronto y nos llevan volando”.
¿Que harías tu con 1440 dólares diarios? Imagina que alguien toca las puertas de tu casa por la mañana y te entrega este dinero y te dice: ¡ESPERO QUE SEPAS GASTARLO! La misma entrega de 1440 dólares se repite al otro día,  y así sucesivamente durante un mes has recibido 43200 dólares.  Durante un año recibes 518400 y en 80 años  recibirás 41,472.000 millones exactamente ni un dólar más ni un dólar menos.  Tu dirás: “con eso puedo vivir demasiado bien”.
También dirás esto es demasiado para mí, ¡realmente es un tesoro!
Este tesoro valioso sin darnos cuenta se nos deposita todos los días en nuestra vida, como dice la palabra que leíamos al principio el tiempo de nuestros años es de 70 y 80 como promedio. Los 1440 dólares que les comentaba son los 1440 minutos que tiene un día de nuestra vida,  los más de 41 millones de dólares son los 41 millones de minutos que una persona que llegue a los 80 años de edad va a poder vivir y gastar de todo este tiempo.
Algunos se darán cuenta que han malgastado su tiempo, cuando nos damos cuenta que nuestra vida se consume aprisa podemos estar cantando aquella canción famosa: ‘Reloj no marques las horas, porque mi vida se acaba’
Hablando de reloj, sabrías que hay un reloj que vale 800.000 dólares y se llama “GRAN COMPLICACION”  otro aun mas valioso vale 11 millones de dólares y se llama “SUPER COMPLICACION’’  Quizás estos  valen demasiado y se llaman así por que como el tiempo es tan valioso,  a muchos nos resulta COMPLICADO, gastarlo bien. A otros les resulta SUPER COMPLICADO aprovechar el tiempo disponible.
Es hora de darnos cuenta que tenemos un tesoro muy valioso en nuestras manos,  este tesoro es el tiempo que nos resta por vivir, aprendamos a invertir bien nuestro tiempo, aprendamos a contar nuestros días. Suplicándole  a Dios todos los días:
“Ensénanos  a contar bien nuestros días para que nuestra mente alcance sabiduría (Salmo 90,12)
Sin querer nuestros días van pasando. Nunca olvidemos que nuestra vida en esta tierra es corta, nuestro tiempo se irá acabando por eso tengo que decirme a mí mismo y también  recordarles a los demás lo que nos dice la escritura:
Una voz dice: “Grita” y yo respondo  ¿Qué he de gritar? La voz dice: Toda carne es hierba y toda su delicadeza como flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita cuando sobre ella pasa el soplo del Señor” La hierba se seca y la flor se marchita mas la palabra de nuestro Dios permanece para siempre. (Isaías 40,6-8)
Oración: Gracias Señor por recordarme lo valioso del tiempo, te pido perdón por haber malgastado mi tiempo, en este momento imploro tu misericordia, Señor  a partir de este día enséñame a contar mis días, enséñame a invertir mi tiempo. Enséñame a aprovecharlo de tal manera que al final de mi vida este tesoro valioso  me permita obtener por tu gracia y misericordia  no solo 41 millones  minutos de vida.  Que yo pueda vivir  por toda la eternidad del tiempo. Gracias, Mi Señor, el dueño de la vida y del TIEMPO.

7/5/12

AL ESTILO DE JESÚS



            Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ha querido apasionadamente. Los ha amado con el mismo amor con que lo ha amado el Padre. Ahora los tiene que dejar. Conoce su egoísmo. No saben quererse. Los ve discutiendo entre sí por obtener los primeros puestos. ¿Qué será de ellos?
          Las palabras de Jesús adquieren un tono solemne. Han de quedar bien grabadas en todos: "Éste es mi mandato: que os améis unos a otros como yo os he amado". Jesús no quiere que su estilo de amar se pierda entre los suyos. Si un día lo olvidan, nadie los podrá reconocer como discípulos suyos.
          De Jesús quedó un recuerdo imborrable. Las primeras generaciones resumían así su vida: "Pasó por todas partes haciendo el bien". Era bueno encontrarse con él. Buscaba siempre el bien de las personas. Ayudaba a vivir. Su vida fue una Buena Noticia. Se podía descubrir en él la cercanía buena de Dios.
          Jesús tiene un estilo de amar inconfundible. Es muy sensible al sufrimiento de la gente. No puede pasar de largo ante quien está sufriendo. Al entrar un día en la pequeña aldea de Naín, se encuentra con un entierro: una viuda se dirige a dar tierra a su hijo único. A Jesús le sale desde dentro su amor hacia aquella desconocida: "Mujer, no llores". Quien ama como Jesús, vive aliviando el sufrimiento y secando lágrimas.
          Los evangelios recuerdan en diversas ocasiones cómo Jesús captaba con su mirada el sufrimiento de la gente. Los miraba y se conmovía: los veía sufriendo, o abatidos o como ovejas sin pastor. Rápidamente, se ponía a curar a los más enfermos o a alimentarlos con sus palabras. Quien ama como Jesús, aprende a mirar los rostros de las personas con compasión.
          Es admirable la disponibilidad de Jesús para hacer el bien. No piensa en sí mismo. Está atento a cualquier llamada, dispuesto siempre a hacer lo que pueda. A un mendigo ciego que le pide compasión mientras va de camino, lo acoge con estas palabras: "¿Qué quieres que haga por ti?". Con esta actitud anda por la vida quien ama como Jesús.
            Jesús sabe estar junto a los más desvalidos. No hace falta que se lo pidan. Hace lo que puede por curar sus dolencias, liberar sus conciencias o contagiar confianza en Dios. Pero no puede resolver todos los problemas de aquellas gentes.
          Entonces se dedica a hacer gestos de bondad: abraza a los niños de la calle: no quiere que nadie se sienta huérfano; bendice a los enfermos: no quiere que se sientan olvidados por Dios; acaricia la piel de los leprosos: no quiere que se vean excluidos. Así son los gestos de quien ama como Jesús.

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Difunde el estilo de amar de Jesús. Pásalo.


13 de mayo de 2012
6 Pascua (B)
Juan 15,9-17