En mi pasado anduve muy perdida, hasta que un buen día comprendí lo que intentaban transmitirme desde mi niñez, las personas que tenía alrededor. Fue cuando descubrí, de verdad, a Jesús de Nazaret y al Espíritu de Dios en medio de mi búsqueda.
Aún hoy día, sigo investigando y buscando la mejor forma de llegar a la unidad con Papi-Mami-Dios. A veces tengo la sensación de ir dando un paso hacia delante y dos para atrás. Pero eso no me desanima porque, vaya mi camino en la dirección que vaya, Dios siempre me acompaña. Jesús me ha enseñado a sentir la presencia amorosa de Dios en cada momento.
Al descubrir a Jesús, me di cuenta de la importancia de su discurso.
El Reino de Dios, para algunos es una utopía hacia la que hay que “viajar”, pero como tal, irrealizable. Sin embargo yo creo que Dios está en el corazón de cada ser humano, sin excepción. Y si creo esto, tengo que creer que el Reino de Dios es algo real, realizable… No es una utopía inalcanzable. Es algo palpable… Pequeño como un grano de mostaza, apenas visible, pero al final, un gran árbol.
Quizá el Reino de Dios sea ese conjunto de cosas buenas que brotan del corazón de las personas. Pequeñas cosas; pequeños gestos de amor que cambian el mundo. Es como ir cada día dando “pequeños pasos” de un largo camino. Al cabo de un tiempo, habremos recorrido la mitad del camino… luego las tres cuartas partes…y al final, el camino entero.
No puedo imaginar un planeta Tierra lleno de ángeles, porque entonces ya no sería la Tierra que conocemos. Imagino el Reino de Dios en la Tierra, como un mundo lleno de imperfecciones (si no, no sería humano), lleno de necesidades, lleno de carencias… pero también lleno de gestos de amor, solidaridad, empatía, dignidad, gestos de hermandad, de comprensión, de perdón, y de tantas cosas buenas que todas y cada una de las personas llevamos dentro de nosotras.
Cuando le pido a Dios “el pan de cada día”, le estoy pidiendo “ese pan”:
“Señor: dame el pan de la paciencia, de la misericordia, de la sabiduría, del perdón, de la valentía, de la alegría… para que yo pueda repartirlo entre los que tengo cerca. Dame Señor agua de Tu fuente, para que yo pueda llevarte a cada rincón al que me acerque, a cada ser vivo que Tu amas…”
Comprender el Amor de Dios es una tarea difícil para las personas. Nuestra naturaleza humana nos condiciona y sin darnos cuenta, ponemos muchas pegas a esa comprensión. A veces parece casi imposible entenderlo.
Y a pesar de eso, Dios no se desespera y sigue estando a nuestro lado, con su Amor, con paciencia (¡¡¡Menuda Paciencia!!!) esperando que volvamos a encontrarle, a sentirle.
Sentir que Dios está conmigo en cada instante de mi vida, me ha dado una serenidad y una felicidad que no puedo describir.
Pero claro. Yo no soy un ángel, ni tampoco una persona santa. Soy un ser humano limitado y como tal, mi imperfecta existencia me “ayuda” a olvidarme de vez en cuando del TESORO que un día descubrí. De cuando en cuando, tengo que volver a la Fuente, para sosegar mi sed y volver a darme cuenta de que todo sigue igual: El sigue junto a mí y nunca me deja sola.
Y además, en mi camino de búsqueda, me encontré con otras personas que caminaban y buscaban como yo… incluso algunas ya habían dejado de buscar, porque habían llegado a la conclusión de que Dios está en cualquier acción a favor de los demás…
Te invito a buscar hasta que encuentres lo que Dios te tiene reservado.
El no me quiere solo a mí. Te quiere también a ti… Sí, a ti, que estás leyendo estas líneas. Y además, te quiere tal como eres. Da igual tu aspecto físico, tu forma de ser o de pensar...
A El le gustaría que entre todas las personas intentásemos hacer un mundo mejor, en el que predomine el bien, el amor, la comprensión… ya sabes de lo que te hablo… seguro que has pensado en esto alguna vez… ¿verdad?
Yo lo estoy intentando… y aunque fallo muchas veces, vuelvo a empezar y sigo “en la brecha”, una y otra vez… y las que hagan falta.
Anímate.
¡Atrévete a dar el primer paso!
¡Busca tu tesoro!
…Y cuando lo encuentres ¿te unirás al Proyecto del Reino de Dios?
Te estaremos esperando.
Con cariño,
Marijose Sánchez
Aún hoy día, sigo investigando y buscando la mejor forma de llegar a la unidad con Papi-Mami-Dios. A veces tengo la sensación de ir dando un paso hacia delante y dos para atrás. Pero eso no me desanima porque, vaya mi camino en la dirección que vaya, Dios siempre me acompaña. Jesús me ha enseñado a sentir la presencia amorosa de Dios en cada momento.
Al descubrir a Jesús, me di cuenta de la importancia de su discurso.
El Reino de Dios, para algunos es una utopía hacia la que hay que “viajar”, pero como tal, irrealizable. Sin embargo yo creo que Dios está en el corazón de cada ser humano, sin excepción. Y si creo esto, tengo que creer que el Reino de Dios es algo real, realizable… No es una utopía inalcanzable. Es algo palpable… Pequeño como un grano de mostaza, apenas visible, pero al final, un gran árbol.
Quizá el Reino de Dios sea ese conjunto de cosas buenas que brotan del corazón de las personas. Pequeñas cosas; pequeños gestos de amor que cambian el mundo. Es como ir cada día dando “pequeños pasos” de un largo camino. Al cabo de un tiempo, habremos recorrido la mitad del camino… luego las tres cuartas partes…y al final, el camino entero.
No puedo imaginar un planeta Tierra lleno de ángeles, porque entonces ya no sería la Tierra que conocemos. Imagino el Reino de Dios en la Tierra, como un mundo lleno de imperfecciones (si no, no sería humano), lleno de necesidades, lleno de carencias… pero también lleno de gestos de amor, solidaridad, empatía, dignidad, gestos de hermandad, de comprensión, de perdón, y de tantas cosas buenas que todas y cada una de las personas llevamos dentro de nosotras.
Cuando le pido a Dios “el pan de cada día”, le estoy pidiendo “ese pan”:
“Señor: dame el pan de la paciencia, de la misericordia, de la sabiduría, del perdón, de la valentía, de la alegría… para que yo pueda repartirlo entre los que tengo cerca. Dame Señor agua de Tu fuente, para que yo pueda llevarte a cada rincón al que me acerque, a cada ser vivo que Tu amas…”
Comprender el Amor de Dios es una tarea difícil para las personas. Nuestra naturaleza humana nos condiciona y sin darnos cuenta, ponemos muchas pegas a esa comprensión. A veces parece casi imposible entenderlo.
Y a pesar de eso, Dios no se desespera y sigue estando a nuestro lado, con su Amor, con paciencia (¡¡¡Menuda Paciencia!!!) esperando que volvamos a encontrarle, a sentirle.
Sentir que Dios está conmigo en cada instante de mi vida, me ha dado una serenidad y una felicidad que no puedo describir.
Pero claro. Yo no soy un ángel, ni tampoco una persona santa. Soy un ser humano limitado y como tal, mi imperfecta existencia me “ayuda” a olvidarme de vez en cuando del TESORO que un día descubrí. De cuando en cuando, tengo que volver a la Fuente, para sosegar mi sed y volver a darme cuenta de que todo sigue igual: El sigue junto a mí y nunca me deja sola.
Y además, en mi camino de búsqueda, me encontré con otras personas que caminaban y buscaban como yo… incluso algunas ya habían dejado de buscar, porque habían llegado a la conclusión de que Dios está en cualquier acción a favor de los demás…
Te invito a buscar hasta que encuentres lo que Dios te tiene reservado.
El no me quiere solo a mí. Te quiere también a ti… Sí, a ti, que estás leyendo estas líneas. Y además, te quiere tal como eres. Da igual tu aspecto físico, tu forma de ser o de pensar...
A El le gustaría que entre todas las personas intentásemos hacer un mundo mejor, en el que predomine el bien, el amor, la comprensión… ya sabes de lo que te hablo… seguro que has pensado en esto alguna vez… ¿verdad?
Yo lo estoy intentando… y aunque fallo muchas veces, vuelvo a empezar y sigo “en la brecha”, una y otra vez… y las que hagan falta.
Anímate.
¡Atrévete a dar el primer paso!
¡Busca tu tesoro!
…Y cuando lo encuentres ¿te unirás al Proyecto del Reino de Dios?
Te estaremos esperando.
Con cariño,
Marijose Sánchez
1 comentario:
Gracias por tu testimonio...me ha servido para explicarles a mis alumnos el significado del Reino de Dis.
Un abrazo. henrygaldames@gmail.com
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