En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: "Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido."Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?"
Él contesto: "Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida."
Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio.
Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas."
------O------
Comentarios: josé Antonio Pagola
En los
evangelios se recogen algunos textos de carácter apocalíptico en los que no es
fácil diferenciar el mensaje que puede ser atribuido a Jesús y las
preocupaciones de las primeras comunidades cristianas, envueltas en situaciones
trágicas mientras esperan con angustia y en medio de persecuciones el final de
los tiempos.
Según el relato de Lucas, los tiempos
difíciles no han de ser tiempos de lamentos y desaliento. No es tampoco la hora
de la resignación o la huida. La idea de Jesús es otra. Precisamente en tiempos
de crisis “tendréis ocasión de dar testimonio”. Es entonces cuando se
nos ofrece la mejor ocasión de dar testimonio de nuestra adhesión a Jesús y a
su proyecto.
Llevamos ya cinco años sufriendo una
crisis que está golpeando duramente a muchos. Lo sucedido en este tiempo nos
permite conocer ya con realismo el daño social y el sufrimiento que está
generando. ¿No ha llegado el momento de plantearnos cómo estamos reaccionando?
Tal vez, lo primero es revisar nuestra
actitud de fondo: ¿Nos hemos posicionado de manera responsable, despertando en
nosotros un sentido básico de solidaridad,
o estamos viviendo de espaldas a todo lo que puede turbar nuestra tranquilidad?
¿Qué hacemos desde nuestros grupos y comunidades cristianas? ¿Nos hemos marcado
una línea de actuación generosa, o vivimos celebrando nuestra fe al margen de
lo que está sucediendo?
La crisis está abriendo una fractura
social injusta entre quienes podemos
vivir sin miedo al futuro y aquellos que están quedando excluidos de la
sociedad y privados de una salida digna. ¿No sentimos la llamada a introducir
algunos “recortes” en nuestra vida para poder vivir los próximos años de manera
más sobria y solidaria?
Poco a poco, vamos conociendo más de
cerca a quienes se van quedando más indefensos y sin recursos (familias sin
ingreso alguno, parados de larga duración, inmigrantes enfermos...) ¿Nos
preocupamos de abrir los ojos para ver si podemos comprometernos en aliviar la
situación de algunos? ¿Podemos pensar en alguna iniciativa realista desde las comunidades cristianas?
No hemos de olvidar que la crisis no
solo crea empobrecimiento material. Genera, además, inseguridad, miedo,
impotencia y experiencia de fracaso. Rompe proyectos, hunde familias, destruye
la esperanza. ¿No hemos de recuperar la
importancia de la ayuda entre familiares, el apoyo entre vecinos, la acogida y
el acompañamiento desde la comunidad cristiana...? Pocas cosas pueden ser más
nobles en estos momentos que el aprender a cuidarnos mutuamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario