Lucas 16,1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un
administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo
llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance
de tu gestión, porque quedas despedido." El administrador se puso a echar
sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para
cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para
que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su
casa." Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
"¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de
aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe
cincuenta." Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él
contestó: "Cien fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu
recibo, escribe ochenta." Y el amo felicitó al administrador injusto, por
la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son
más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos
con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas
eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el
que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no
fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras?
Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún
siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al
otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis
servir a Dios y al dinero.»
José Antonio Pagola
La sociedad que conoció Jesús era muy diferente a la
nuestra. Solo las familias poderosas de Jerusalén y los grandes terratenientes
de Tiberíades podían acumular monedas de oro y plata. Los campesinos apenas
podían hacerse con alguna moneda de bronce o cobre, de escaso valor. Muchos
vivían sin dinero, intercambiándose productos en un régimen de pura
subsistencia.
En esta sociedad, Jesús habla del dinero con una frecuencia
sorprendente. Sin tierras ni trabajo fijo, su vida itinerante de profeta
dedicado a la causa de Dios le permite hablar con total libertad. Por otra
parte, su amor a los pobres y su pasión por la justicia de Dios lo urgen a
defender siempre a los más excluidos.
Habla del dinero con un lenguaje muy personal. Lo llama
espontáneamente «dinero injusto» o «riquezas injustas». Al
parecer, no conoce «dinero limpio». La riqueza de aquellos poderosos es injusta
porque ha sido amasada de manera injusta y porque la disfrutan sin compartirla
con los pobres y hambrientos.
¿Qué pueden hacer quienes poseen estas riquezas injustas?
Lucas ha conservado unas palabras curiosas de Jesús. Aunque la frase puede
resultar algo oscura por su concisión, su contenido no ha de caer en el olvido.
«Yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto para que, cuando os falte,
os reciban en las moradas eternas».
Jesús viene a decir así a los ricos: «Emplead vuestra
riqueza injusta en ayudar a los pobres; ganaos su amistad compartiendo con
ellos vuestros bienes. Ellos serán vuestros amigos y, cuando en la hora de la
muerte el dinero no os sirva ya de nada, ellos os acogerán en la casa del
Padre». Dicho con otras palabras: la mejor forma de «blanquear» el dinero
injusto ante Dios es compartirlo con sus hijos más pobres.
Sus palabras no fueron bien acogidas. Lucas nos dice que «estaban
oyendo estas cosas unos fariseos, amantes de las riquezas, y se burlaban de
él». No entienden el mensaje de Jesús. No les interesa oírle hablar de
dinero. A ellos solo les preocupa conocer y cumplir fielmente la ley. La
riqueza la consideran como un signo de que Dios bendice su vida.
Aunque venga reforzada por una larga tradición bíblica, esta
visión de la riqueza como signo de bendición no es evangélica. Hay que decirlo
en voz alta porque hay personas ricas que de manera casi espontánea piensan que
su éxito económico y su prosperidad es el mejor signo de que Dios aprueba su
vida.
Un seguidor de Jesús no puede hacer cualquier cosa con el
dinero: hay un modo de ganar dinero, de gastarlo y de disfrutarlo que es
injusto pues olvida a los más pobres.
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