Marcos 10, 2-16
En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para
ponerlo a prueba: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?»Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?»
Contestaron: «Moisés Permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»
Jesús les dijo: «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»
Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
*****#*****
José Antonio Pagola
Los fariseos plantean a Jesús una pregunta para ponerlo a
prueba. Esta vez no es una cuestión sin importancia, sino un hecho que hace
sufrir mucho a las mujeres de Galilea y es motivo de vivas discusiones entre
los seguidores de diversas escuelas rabínicas: «¿Le es lícito al marido
separarse de su mujer?».
No se trata del divorcio moderno que conocemos hoy, sino de
la situación en que vivía la mujer judía dentro del matrimonio, controlado
absolutamente por el varón. Según la Ley de Moisés, el marido podía romper el
contrato matrimonial y expulsar de casa a su esposa. La mujer, por el
contrario, sometida en todo al varón, no podía hacer lo mismo.
La respuesta de Jesús sorprende a todos. No entra en las
discusiones de los rabinos. Invita a descubrir el proyecto original de Dios,
que está por encima de leyes y normas. Esta ley «machista», en concreto, se ha
impuesto en el pueblo judío por la dureza del corazón de los varones, que
controlan a las mujeres y las someten a su voluntad.
Jesús ahonda en el misterio original del ser humano. Dios «los
creó varón y mujer». Los dos han sido creados en igualdad. Dios no ha
creado al varón con poder sobre la mujer. No ha creado a la mujer sometida al
varón. Entre varones y mujeres no ha de haber dominación por parte de nadie.
Desde esta estructura original del ser humano, Jesús ofrece
una visión del matrimonio que va más allá de todo lo establecido por la Ley.
Mujeres y varones se unirán para «ser una sola carne» e iniciar una vida
compartida en la mutua entrega, sin imposición ni sumisión.
Este proyecto matrimonial es para Jesús la suprema expresión
del amor humano. El varón no tiene derecho alguno a controlar a la mujer como
si fuera su dueño. La mujer no ha de aceptar vivir sometida al varón. Es Dios
mismo quien los atrae a vivir unidos por un amor libre y gratuito. Jesús
concluye de manera rotunda: «Lo que Dios unió que no lo separe el hombre».
Con esta posición, Jesús está destruyendo de raíz el
fundamento del patriarcado bajo todas sus formas de control, sometimiento e
imposición del varón sobre la mujer. No solo en el matrimonio, sino en
cualquier institución civil o religiosa.
Hemos de escuchar el mensaje de Jesús. No es posible abrir
caminos al reino de Dios y su justicia sin luchar activamente contra el
patriarcado. ¿Cuándo reaccionaremos en la Iglesia con energía evangélica contra
tanto abuso, violencia y agresión del varón sobre la mujer? ¿Cuándo
defenderemos a la mujer de la «dureza de corazón» de los varones?
No hay comentarios:
Publicar un comentario