Lucas 14,25-33 (23 Tiempo ordinario – C)
Mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les
dijo: «Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su
mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no
puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí,
no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir
una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para
terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se
pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a
construir y no pudo acabar”. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro
rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al
paso del que lo ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía
lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Así pues, todo aquel
de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo
mío. La sal es buena, pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
************//************
José Antonio Pagola
No hay comentarios:
Publicar un comentario