Lucas 6,39-45 (8 Tiempo ordinario – C)
Les dijo también una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.
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José Antonio Pagola
LA FALTA DE VERDAD
La veracidad ha sido siempre una preocupación importante en
la educación. Lo hemos conocido desde niños. Nuestros padres y educadores
podían «entender» todas nuestras travesuras, pero nos pedían ser sinceros. Nos
querían hacer ver que «decir la verdad» es muy importante.
Tenían razón. La verdad es uno de los pilares sobre los que
se asienta la conciencia moral y la convivencia. Sin verdad no es posible vivir
con dignidad. Sin verdad no es posible una convivencia justa. El ser humano se
siente traicionado en una de sus exigencias más hondas.
Hoy se condena con fuerza toda clase de atropellos y abusos,
pero no siempre se denuncia con la misma energía la mentira con que se intenta
enmascararlos. Y, sin embargo, las injusticias se alimentan siempre a sí mismas
con la mentira. Solo falseando la realidad fue posible hace unos años llevar a
cabo una guerra tan injusta como fue la agresión a Iraq.
Sucede muchas veces. Los grupos de poder ponen en marcha
múltiples mecanismos para dirigir la opinión pública y llevar a la sociedad
hacia una determinada posición. Pero con frecuencia lo hacen ocultando la
verdad y desfigurando los datos, de manera que las gentes llegan a vivir con
una visión falseada de la realidad.
Las consecuencias son graves. Cuando se oculta la verdad
existe el riesgo de que vayan desapareciendo los contornos del «bien» y del
«mal». Ya no se puede distinguir con claridad lo «justo» de lo «injusto». La
mentira no deja ver los abusos. Somos como «ciegos» que tratan de guiar a otros
«ciegos».
Frente a tantos falseamientos interesados siempre hay
personas que tienen la mirada limpia y ven la realidad tal como es. Son los que
están atentos al sufrimiento de los inocentes. Ellos ponen verdad en medio de
tanta mentira. Ponen luz en medio de tanta oscuridad.