31/12/12

RELATO DESCONCERTANTE



            Ante Jesús se pueden adoptar actitudes muy diferentes. El relato de los magos nos habla de la reacción de tres grupos de personas. Unos paganos que lo buscan, guiados por la pequeña luz de una estrella. Los representantes de la religión del Templo, que permanecen indiferentes. El poderoso rey Herodes que solo ve en él un peligro.

          Los magos no pertenecen al pueblo elegido. No conocen al Dios vivo de Israel. Nada sabemos de su religión ni de su pueblo de origen. Solo que viven atentos al misterio que se encierra en el cosmos. Su corazón busca verdad.

          En algún momento creen ver una pequeña luz que apunta hacia un Salvador. Necesitan saber quién es y dónde está. Rápidamente se ponen en camino. No conocen el itinerario preciso que han de seguir, pero en su interior arde la esperanza de encontrar una Luz para el mundo.

          Su llegada a la ciudad santa de Jerusalén provoca el sobresalto general. Convocado por Herodes, se reúne el gran Consejo de "los sumos sacerdotes y los escribas del pueblo". Su actuación es decepcionante. Son los guardianes de la verdadera religión, pero no buscan la verdad. Representan al Dios del Templo, pero viven sordos a su llamada.

          Su seguridad religiosa los ciega. Conocen dónde ha de nacer el Mesías, pero ninguno de ellos se acercará a Belén. Se dedican a dar culto a Dios, pero no sospechan que su misterio es más grande que todas las religiones, y tiene sus caminos para encontrarse con todos sus hijos e hijas. Nunca reconocerán a Jesús.

          El rey Herodes, poderoso y brutal, solo ve en Jesús una amenaza para su poder y su crueldad. Hará todo lo posible para eliminarlo. Desde el poder opresor solo se puede "crucificar" a quien trae liberación.

            Mientras tanto, los magos prosiguen su búsqueda. No caen de rodillas ante Herodes: no encuentran en él nada digno de adoración. No entran en el Templo grandioso de Jerusalén: tienen prohibido el acceso: La pequeña luz de la estrella los atrae hacia el pequeño pueblo de Belén, lejos de todo centro de poder.

          Al llegar, lo único que ven es al "niño con María, su madre". Nada más. Un niño sin esplendor ni poder alguno. Una vida frágil que necesita el cuidado de una madre. Es suficiente para despertar en los magos la adoración.

          El relato es desconcertante. A este Dios, escondido en la fragilidad humana, no lo encuentran los que viven instalados en el poder o encerrados en la seguridad religiosa. Se les revela a quienes, guiados por pequeñas luces, buscan incansablemente una esperanza para el ser humano en la ternura y la pobreza de la vida.
José Antonio Pagola



Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Despierta la fe en un Dios encarnado. Pásalo.




6 de enero de 2013

Epifanía del Señor (C)

Mateo 2, 1-12

24/12/12

UNA FAMILIA DIFERENTE




http://www.diocesismalaga.es/images/albumes/fano/20121230.jpg           Entre los católicos se defiende casi instintivamente el valor de la familia, pero no siempre nos detenemos a reflexionar el contenido concreto de un proyecto familiar, entendido y vivido desde el Evangelio. ¿Cómo sería una familia inspirada en Jesús?
          La familia, según él, tiene su origen en el misterio del Creador que atrae a la mujer y al varón a ser "una sola carne", compartiendo su vida en una entrega mutua, animada por un amor libre y gratuito. Esto es lo primero y decisivo. Esta experiencia amorosa de los padres puede engendrar una familia sana.
          Siguiendo la llamada profunda de su amor, los padres se convierten en fuente de vida nueva. Es su tarea más apasionante. La que puede dar una hondura y un horizonte nuevo a su amor. La que puede consolidar para siempre su obra creadora en el mundo.
          Los hijos son un regalo y una responsabilidad. Un reto difícil y una satisfacción incomparable. La actuación de Jesús, defendiendo siempre a los pequeños y abrazando y bendiciendo a los niños, sugiere la actitud básica: cuidar la vida frágil de quienes comienzan su andadura por este mundo. Nadie les podrá ofrecer nada mejor.
            Una familia cristiana trata de vivir una experiencia original en medio de la sociedad actual, indiferente y agnóstica: construir su hogar desde Jesús. "Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". Es Jesús quien alienta, sostiene y orienta la vida sana de la familia.
          El hogar se convierte entonces en un espacio privilegiado para vivir las experiencias más básicas de la fe cristiana: la confianza en un Dios Bueno, amigo del ser humano; la atracción por el estilo de vida de Jesús; el descubrimiento del proyecto de Dios, de construir un mundo más digno, justo y amable para todos. La lectura del Evangelio en familia es, para todo esto, una experiencia decisiva.
          En un hogar donde se le vive a Jesús con fe sencilla, pero con pasión grande, crece una familia siempre acogedora, sensible al sufrimiento de los más necesitados, donde se aprende a compartir y a comprometerse por un mundo más humano. Una familia que no se encierra solo en sus intereses sino que vive abierta a la familia humana.
          Muchos padres viven hoy desbordados por diferentes problemas, y demasiado solos para enfrentarse a su tarea. ¿No podrían recibir una ayuda más concreta y eficaz desde las comunidades cristianas? A muchos padres creyentes les haría mucho bien encontrarse, compartir sus inquietudes y apoyarse mutuamente. No es evangélico exigirles tareas heroicas y desentendernos luego de sus luchas y desvelos.

José Antonio Pagola
Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Alienta a los padres cristianos. Pásalo.

30 de diciembre de 2012
Sagrada Familia (C)
Lucas 2, 41-52

17/12/12

MUJERES CREYENTES




             Después de recibir la llamada de Dios, anunciándole que será madre del Mesías, María se pone en camino sola. Empieza para ella una vida nueva, al servicio de su Hijo Jesús. Marcha "aprisa", con decisión. Siente necesidad de compartir su alegría con su prima Isabel y de ponerse cuanto antes a su servicio en los últimos meses de embarazo.

          El encuentro de las dos madres es una escena insólita. No están presentes los varones. Solo dos mujeres sencillas, sin ningún título ni relevancia en la religión judía. María, que lleva consigo a todas partes a Jesús, e Isabel que, llena del espíritu profético, se atreve a bendecir a su prima sin ser sacerdote.

          María entra en casa de Zacarías, pero no se dirige a él. Va directamente a saludar a Isabel. Nada sabemos del contenido de su saludo. Solo que aquel saludo llena la casa de una alegría desbordante. Es la alegría que vive María desde que escuchó el saludo del Ángel: "Alégrate, llena de gracia".

            Isabel no puede contener su sorpresa y su alegría. En cuanto oye el saludo de María, siente los movimientos de la criatura que lleva en su seno y los interpreta maternalmente  como "saltos de alegría".  Enseguida, bendice a María "a voz en grito"

diciendo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre".

          En ningún momento llama a María por su nombre. La contempla totalmente identificada con su misión: es la madre de su Señor. La ve como una mujer creyente en la que se irán cumpliendo los designios de Dios: "Dichosa porque has creído".

            Lo que más le sorprende es la actuación de María. No ha venido a mostrar su dignidad de madre del Mesías. No está allí para ser servida sino para servir. Isabel no sale de su asombro. "¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?".

            Son bastantes las mujeres que no viven con paz en el interior de la Iglesia. En algunas crece el desafecto y el malestar. Sufren al ver que, a pesar de ser las primeras colaboradoras en muchos campos, apenas se cuenta con ellas para pensar, decidir e impulsar la marcha de la Iglesia. Esta situación nos esta haciendo daño a todos.

          El peso de una historia multisecular, controlada y dominada por el varón, nos impide tomar conciencia del empobrecimiento que significa para la Iglesia prescindir de una presencia más eficaz de la mujer. Nosotros no las escuchamos, pero Dios puede suscitar mujeres creyentes, llenas de espíritu profético, que nos contagien alegría y den a la Iglesia un rostro más humano. Serán una bendición. Nos enseñarán a seguir a Jesús con más pasión y fidelidad.


José Antonio Pagola



Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Contribuye a la conversión de la Iglesia. Pásalo.



23 de diciembre de 2012

 4 Adviento (C)

Lucas 1, 39-45

10/12/12

¿Que podemos hacer?





La predicación del Bautista sacudió la conciencia de muchos. Aquel profeta del desierto les estaba diciendo en voz alta lo que ellos sentían en su corazón: era necesario cambiar, volver a Dios, prepararse para acoger al Mesías. Algunos se acercaron a él con esta pregunta: ¿Qué podemos hacer?

El Bautista tiene las ideas muy claras. No les propone añadir a su vida nuevas prácticas religiosas. No les pide que se queden en el desierto haciendo penitencia. No les habla de nuevos preceptos. Al Mesías hay que acogerlo mirando atentamente a los necesitados.

No se pierde en teorías sublimes ni en motivaciones profundas. De manera directa, en el más puro estilo profético, lo resume todo en una fórmula genial: "El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, que haga lo mismo". Y nosotros, ¿qué podemos hacer para acoger a Cristo en medio de esta sociedad en crisis?

Antes que nada, esforzarnos mucho más en conocer lo que está pasando: la falta de información es la primera causa de nuestra pasividad. Por otra parte, no tolerar la mentira o el encubrimiento de la verdad. Tenemos que conocer, en toda su crudeza, el sufrimiento que se está generando de manera injusta entre nosotros.

No basta vivir a golpes de generosidad. Podemos dar pasos hacia una vida más sobria. Atrevernos a hacer la experiencia de "empobrecernos" poco a poco, recortando nuestro actual nivel de bienestar, para compartir con los más necesitados tantas cosas que tenemos y no necesitamos para vivir.

Podemos estar especialmente atentos a quienes han caído en situaciones graves de exclusión social: desahuciados, privados de la debida atención sanitaria, sin ingresos ni recurso social alguno... Hemos de salir instintivamente en defensa de los que se están hundiendo en la impotencia y la falta de motivación para enfrentarse a su futuro.

Desde las comunidades cristianas podemos desarrollar iniciativas diversas para estar cerca de los casos más sangrantes de desamparo social: conocimiento concreto de situaciones, movilización de personas para no dejar solo a nadie, aportación de recursos materiales, gestión de posibles ayudas...

La crisis va a ser larga. En los próximos años se nos va a ofrecer la oportunidad de humanizar nuestro consumismo alocado, hacernos más sensibles al sufrimiento de las víctimas, crecer en solidaridad práctica, contribuir a denunciar la falta de compasión en la gestión de la crisis... Será nuestra manera de acoger con más verdad a Cristo en nuestras vidas.

José Antonio Pagola