Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: "Maestro, hemos
visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir,
porque no es de los nuestros." Jesús respondió: "No se lo impidáis,
porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El
que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a
beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará
sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le
valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.
Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir
con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace
caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos
pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar
tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos la infierno, donde
el gusano no muere y el fuego no se apaga."
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José Antonio Pagola
A pesar de los esfuerzos de Jesús por enseñarles a vivir
como él, al servicio del reino de Dios, haciendo la vida de las personas más
humana, más digna y dichosa, los discípulos no terminan de entender el Espíritu
que lo anima, su amor grande a los más necesitados y la orientación profunda de
su vida.
El relato de Marcos es muy iluminador. Los discípulos
informan a Jesús de un hecho que les ha molestado mucho. Han visto a un
desconocido «expulsando demonios». Está actuando «en nombre de Jesús»
y en su misma línea: se dedica a liberar a las personas del mal que les impide
vivir de manera humana y en paz. Sin embargo, a los discípulos no les gusta su
trabajo liberador. No piensan en la alegría de los que son curados por aquel
hombre. Su actuación les parece una intrusión que hay que cortar.
Le exponen a Jesús su reacción: «Se lo hemos querido
impedir porque no es de los nuestros». Aquel extraño no debe seguir curando
porque no es miembro del grupo. No les preocupa la salud de la gente, sino su
prestigio de grupo. Pretenden monopolizar la acción salvadora de Jesús: nadie
debe curar en su nombre si no se adhiere al grupo.
Jesús reprueba la actitud de sus discípulos y se coloca en una
lógica radicalmente diferente. Él ve las cosas de otra manera. Lo primero y más
importante no es el crecimiento de aquel pequeño grupo, sino que la salvación
de Dios llegue a todo ser humano, incluso por medio de personas que no
pertenecen al grupo: «el que no está contra nosotros, está a favor nuestro».
El que hace presente en el mundo la fuerza curadora y liberadora de Jesús está
a favor de su grupo.
Jesús rechaza la postura sectaria y excluyente de sus
discípulos que solo piensan en su prestigio y crecimiento, y adopta una actitud
abierta e inclusiva donde lo primero es liberar al ser humano de aquello que lo
destruye y hace desdichado. Este es el Espíritu que ha de animar siempre a sus
verdaderos seguidores.
Fuera de la Iglesia católica, hay en el mundo un número
incontable de hombres y mujeres que hacen el bien y viven trabajando por una
humanidad más digna, más justa y más liberada. En ellos está vivo el Espíritu
de Jesús. Hemos de sentirlos como amigos y aliados, nunca como adversarios. No
están contra nosotros pues están a favor del ser humano, como estaba Jesús.
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