11/10/11

“Me indigna que la democracia real no llegue a la sociedad, ni a la Iglesia”

  Paloma Castro, Carmelita de la Caridad, Suerte de Saavedra, Badajoz

¿Por qué está indignado/indignada en el ámbito social y eclesial?
Mi congregación tiene como modelo de amor a la Iglesia a su Fundadora, Joaquina de Vedruna. Ella participó en todo lo que pudo y así nos lo dejó recomendado a nosotras. Casi no puedo separar el aspecto social del eclesial y del político. La persona es una y, desde lo que cada una es, así vive y actúa. Desde mi fe en Jesús, concibo su Iglesia al lado y dentro de la vida de la gente, sobre todo de la gente más sencilla. Por eso, me indigna tanta ostentación, las grandes concentraciones, los grandes edificios, los palacios, las vestimentas solemnes, las manifestaciones pomposas… A mí y a las personas de mi barrio nos hace esto mucho daño.
Lo importante es su Reino y me indigna que a veces la Iglesia esté tan centrada y cerrada en sus ritos y dogmatismos, sin vivir, como Jesús, en la calle con la gente, sus preocupaciones, sus carencias y sus necesidades.
No comprendo y me indigna que las mujeres queden relegadas en la Iglesia institucional a meras servidoras obedientes de los organizadores que siempre son hombres. Las mujeres estamos aportando al mundo un “Jesús de la Vida”, que se acercaba a todos y todas y empujaba sus vidas siempre hacia adelante. Los derechos, tanto de unos como de otras, eran impulsados y defendidos por Él. Llegaba incluso a provocar en ocasiones para potenciar los cambios sociales y políticos: encuentro con la samaritana, curar en sábado, acudir a fiestas, coger espigas de los campos, no le importó que le tildaran de comedor y bebedor, ni de que se juntara con publicanos y pecadores…
¿Hasta qué punto somos cómplices de tanto mal como hay en la humanidad? Me indigna que no seamos capaces de empujar la Historia para que tanto derroche de dinero y riquezas deje de estar acumulado en tan pocas manos e incluso en la misma Iglesia.
Comprendo que toda organización necesita unas estructuras que faciliten el funcionamiento pero me indigna la grandiosidad de Ia misma en la Iglesia y su funcionamiento. Sigue funcionando con las jerarquías a la cabeza y los demás, casi siempre, ayudando. No somos capaces de pensar juntos y equivocarnos juntos. Si todos somos iguales, ¿por qué tantas diferencias provocadas por nosotros mismos? Las ideas cerradas sobre cuestiones humanas me indignan, sobre todo porque entramos en una espiral de discriminaciones (homosexualidad, celibato opcional, sacerdocio de la mujer, aborto, métodos anticonceptivos, etc.) contrarias a la actitud de Jesús, que siempre fue la de tender puentes y acoger, sin excluir a nadie (echar lazos para acoger e incluir). Me indigna la poca contribución de la Iglesia para que la convivencia cívica mejore. Provocamos a veces guerras por simples cuestiones que no son fundamentales para crear Reino.
Lo que más me indigna de todo es que la humanidad (y la Iglesia como parte de ella) no sea capaz de organizarse para que termine el hambre en el mundo, para que lleguemos a tener un empleo digno todos, para que a los que más roban en el mundo se les pueda obligar a que devuelvan todo lo robado… Me indigna que las palabras fuertes que pronuncia la Iglesia institucional sean en su mayor parte en torno al sexto mandamiento olvidándose de las grandes injusticias que existen dentro y fuera de ella y que atentan contra la vida de las personas que es el don más preciado por Dios.
Me indigna, por fin, que la democracia real no llegue a la sociedad, ni a la iglesia, ni a la política. Se pueden crear cauces de participación real para que los procesos de crecimiento sean abalados por todos y todas. La indignación sobre tantos puntos de la Iglesia está fundamentada. Creo que quienes aspiramos a ser sal y luz del mundo debemos leer e interpretar los signos de los tiempos y ser consecuentes en nuestra vida.
Desde esa indignación, ¿cuáles son sus esperanzas?
Hay convicciones que me hacen permanecer dentro de la Iglesia a la que tanto amo y llena de esperanza: los pobres de la tierra nos hacen creer que el Reino de Dios es posible; que ya ha llegado y que hay que hacerlo posible para todos.
Mi mayor esperanza se basa en que los movimientos que surgen de la base abren procesos que hacen avanzar la Historia, en mejora de los desfavorecidos. El cambio necesario en el mundo se puede ir produciendo ya. Que la juventud despierte y salga del consumo y la apatía es motivo de esperanza. Aunque no sean millones de jóvenes… Solo si comenzamos los caminos podemos caminar. Lo demás es quietud, pasividad, inmovilismo.
El convencimiento de que todos formamos la iglesia y entre todos vamos haciendo su Reino. Hay síntomas de que está despertando la sociedad y que la vida será posible para todos y todas si nos empeñamos en ello. Particularmente ilusionante me parece el Movimiento 15-M.
¿Qué compromisos asume para cambiar la situación?
Seguir comprometida día a día con las personas de mi barrio con un compromiso global: personal, social, eclesial, político… Apoyar todo lo que suponga que la sociedad civil llegue a tomar compromisos de justicia. Apoyar todo lo que sea constructivo y no destructivo, responsable y no irresponsable, pacífico y no violento, justo y no injusto, solidario y no insolidario, maduro y no manipulado. Estoy convencida de que mi aportación a la evangelización de nuestra sociedad pasa por posicionarme y comprometerme con esa sociedad que puede y debe emerger.

Para saber más:
http://www.alandar.org/spip-alandar/?Me-indigna-que-la-democracia-real

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