Somos un grupo de
cristianos que nos venimos reuniendo desde hace varios años. La edad media de
los participantes ronda los 70 años. Formamos parte de la comunidad parroquial
de una forma consciente y responsable, aunque quizás no demasiado activa, a
causa de las limitaciones de la edad con sus achaques y los compromisos
familiares.
En la revisión final de
curso nos hemos hecho la siguiente pregunta: ¿Cómo hemos evolucionado en
nuestra fe?
Se constata que la fe
que tenemos viene de antiguo, del ambiente familiar y social de la época
llamada de cristiandad. Pero lo que ha proporcionado la Comunidad, y
especialmente el grupo, es el descubrir un cristianismo diferente: un Dios no
castigador y terrible, sino un Padre amoroso y compasivo; ahora se ven los
sacramentos, especialmente la eucaristía, no como algo obligatorio, sino como
algo gozoso y de experiencia con Jesucristo; venimos a comulgar con los
hermanos en la fe, a comulgar con la
Palabra que nos ilumina en nuestro caminar por la vida; y venimos, sobre todo,
a comulgar con Jesucristo con su proyectos de Reino de vida, de justicia y amor
para toda la humanidad.
Este Reino de Dios lo
estamos construyendo, aunque sea pobremente, en la vida de cada día en medio de
las preocupaciones ordinarias de la vida: la familia, los hijos en paro y con
dificultades, los vecinos, etc.
Pero en esta situación
de crisis en que nos encontramos, estamos haciendo un esfuerzo, muy grande para
algunos, con personas y familias que se han quedado sin trabajo y sin ninguna
protección social. Sentimos la situación actual con rabia e impotencia, como
contraria al plan de Dios.
Por otra parte, creemos
que en el grupo hemos aprendido a comprender mejor la persona de Jesús y su
mensaje, encarnándolo en la vida real, para ser más compasivo y humano. En esta
tarea de unir la vida y la fe, nos ha ayudado el ver los hechos y problemas de
la vida a la luz del evangelio.
Los problemas de la
Comunidad parroquial también nos preocupan, sobre todo la falta de relevo para
realizar todas las tareas. Participamos en la eucaristía semanal, en las
charlas de formación, en las celebraciones y actividades más masivas que se
organizan.
Sentimos y vivimos la
nueva esperanza eclesial, promocionada por el papa Francisco, que nos anima a
abrirnos más a las personas donde vivimos, a “oler a ovejas”, al estilo de
Jesús.
Julián Díaz Lucio
Junio 2013
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