23/9/24

SON DE LOS NUESTROS

 Marcos 9,38-43.45.47-48   (26 Tiempo ordinario – B)


En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.»
Jesús replicó: «No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro. Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar. Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue. Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida, que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y el fuego no se extingue.»

 

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José Antonio Pagola


El evangelista Marcos describe un episodio en el que Jesús corrige de manera contundente una actitud equivocada de los Doce. ¿No habremos de escuchar también hoy su advertencia?

Los Doce tratan de impedir la actividad de un hombre que «expulsa demonios», es decir, alguien dedicado a liberar a las personas del mal que las esclaviza, devolviéndoles su libertad y dignidad. Es un hombre preocupado por hacer el bien a la gente. Incluso actúa «en nombre de Jesús». Pero los Doce observan algo que, a su juicio, es muy grave: «No es de los nuestros».

Los Doce no toleran la actividad liberadora de alguien que no está con ellos. Les parece inadmisible. Solo a través de la adhesión a su grupo ha de llevarse a cabo la salvación que ofrece Jesús. No se fijan en el bien que hace aquel hombre. Les preocupa que no esté con ellos.

Jesús, por el contrario, reprueba de manera rotunda la actitud de sus discípulos. Quien desarrolla una actividad humanizadora está ya, de alguna manera, vinculado a Jesús y a su proyecto de salvación. Sus seguidores no tienen que monopolizar la salvación de Dios.

Los Doce quieren ejercer un control sobre la actividad de quien no pertenece a su grupo, pues ven en él un rival. Jesús, que solo busca el bien del ser humano, ve en él un aliado y un amigo: «El que no está contra nosotros está a favor nuestro».

La crisis que sufre hoy la Iglesia es una oportunidad para que los seguidores de Jesús recordemos que nuestra primera tarea no es organizar y desarrollar con éxito nuestra propia religión, sino ser fermento de una humanidad nueva.

Por eso no hemos de vivir recelosos, condenando posiciones o iniciativas que no se ajustan a nuestros deseos o esquemas religiosos. No es muy propio de la Iglesia de Jesús estar siempre viendo enemigos por todas partes. Él nos invita más bien a alegrarnos de lo que gentes e instituciones ajenas a la Iglesia pueden estar haciendo por un desarrollo más humano de la vida. Son de los nuestros porque luchan por la misma causa: un ser humano más digno de su condición de hijo de Dios.



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