20/12/10

Adviento y Navidad de los ancianos.


En la atmosfera cristiana de la Navidad dominan los niños. Y esta bien que sea así. La Navidad de las familias cristianas es un belén lleno de sueños, cánticos y estrellas. Con Reyes Magos cargados de sorpresas.

Donde hay un belén hay alegría, cantos, sueños y esperanza.

El anciano no tiene sueños, tiene sueño. El anciano es un recuerdo con corazón débil. De la esperanza solo le queda la espera. Ya no cree en los Reyes. Ni falta que le hace. Si espera algún regalo, solo espera sin esperanza el beso de alguien que se fue y quizá vuelva.

Para el anciano con fe la Navidad se reduce a un Adviento. Tiempo de espera del que va a venir. El anciano se dedica a esperar. Oficio importante y difícil ese de esperar. Sospecho que una vez aprendido, ese saber esperar es como una filigrana del ser humano. Filigrana más difícil y más bella que la filosofía, la teología o la ingeniería aeronáutica.

Al anciano con fe, le dijeron que al final del tiempo él volvería. Comprueba el anciano que ya el tiempo se acaba. Y él está a punto de volver.

Está el anciano sentado, con su maleta de recuerdos y su interior de silencio lleno de fe serena. No sabe ni la hora ni el día. Pero esos detalles no importan. Lo único que importa es que está a punto de llegar. Ya no hacen falta Reyes, estrellas, ni incienso. Las manos del anciano están vacías. No ha dejado los zapatos en el balcón. No lleva ni alforjas ni muda de ropa. Sólo lleva recuerdos, muchos recuerdos.

Es hora del verdadero Adviento. Recuerdos, fe y espera.

Ven, Señor Jesús.

Luís Alemán Mur

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