Lucas
13, 1-9
Por
aquel mismo tiempo se presentaron unos a Jesús y le hablaron de aquellos
galileos a quienes Pilato había hecho matar cuando ofrecían el sacrificio, mezclando así su sangre con la de los animales
sacrificados.
Jesús Dijo:
-¿Creéis
vosotros que esos galileos sufrieron tal suerte porque fueran más pecadores que
los demás galileos? Pues yo os digo que no. Y añadiré que si no os convertís,
todos vosotros pereceréis igualmente. ¿O creéis que aquellos dieciocho que
murieron al derrumbarse la torre de Siloé eran más culpables que los demás habitantes
de Jerusalén?.
Pues
yo os digo que no. y añadiré que, si no os convertís, todos vosotros pereceréis
de forma semejante.
Jesús les contó entonces esta parábola:
- Un hombre había plantado una
higuera en su viña; pero, cuando fue a buscar higos en ella, no encontró
ninguno.
Entonces dijo al que cuidaba la viña:
"·Ya
hace tres años que vengo en busca de higos a esta higuera, y nunca los
encuentro. Así que córtala, para que no ocupe terreno inútilmente".
Pero el viñador le contesto:
"Señor
déjala un año más. Cavaré la tierra alrededor de ella y la echaré abono. Puede
ser que después de frutos; y si no los da, la cortas entonces".
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Comentarios de: José Antonio Pagola.
Pero
es realista. Jesús sabe bien que Dios no puede cambiar el mundo sin que
nosotros cambiemos. Por eso se esfuerza en despertar en la gente la conversión:
"Convertíos y creed en esta Buena Noticia". Ese empeño de Dios en
hacer un mundo más humano será posible si respondemos acogiendo su proyecto.
Va
pasando el tiempo y Jesús ve que la gente no reacciona a su llamada como sería
su deseo. Son muchos los que vienen a escucharlo, pero no acaban de abrirse al
"Reino de Dios". Jesús va a insistir. Es urgente cambiar antes que
sea tarde.
En
cierta ocasión cuenta una pequeña parábola. Un propietario de un terreno tiene
plantada una higuera en medio de su viña. Año tras año, viene a buscar fruto en
ella y no lo encuentra. Su decisión parece la más sensata: la higuera no da
fruto y está ocupando inútilmente un terreno, lo más razonable es cortarla.
Pero
el encargado de la viña reacciona de manera inesperada. ¿Por qué no dejarla
todavía? Él conoce aquella higuera, la ha visto crecer, la ha cuidado, no la
quiere ver morir. Él mismo le dedicará más tiempo y más cuidados, a ver si da
fruto.
El
relato se interrumpe bruscamente. La parábola queda abierta. El dueño de la
viña y su encargado desaparecen de escena. Es la higuera la que decidirá su
suerte final. Mientras tanto, recibirá más cuidados que nunca de ese viñador
que nos hace pensar en Jesús, "el que ha venido
a buscar y salvar lo que estaba perdido".
Lo
que necesitamos hoy en la Iglesia no es solo introducir pequeñas reformas,
promover el "aggiornamento" o cuidar la adaptación a nuestros
tiempos. Necesitamos una conversión a nivel más profundo, un "corazón
nuevo", una respuesta responsable y decidida a la llamada de Jesús a
entrar en la dinámica del Reino de Dios.
Hemos
de reaccionar antes que sea tarde. Jesús está vivo en medio de nosotros. Como
el encargado de la viña, él cuida de nuestras comunidades cristianas, cada vez
más frágiles y vulnerables. Él nos alimenta con su Evangelio, nos sostiene con
su Espíritu.
Hemos
de mirar el futuro con esperanza, al mismo tiempo que vamos creando ese clima
nuevo de conversión y renovación que necesitamos tanto y que los decretos del
Concilio Vaticano no han podido hasta hora consolidar en la Iglesia.
José Antonio Pagola
Red
evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Impulsa la conversión en la Iglesia. Pásalo.
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3 de marzo de
2013
3 Cuaresma (C)
Lucas 13, 1-9
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