Lucas 16, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido."
El administrador se puso a echar sus cálculos:
"¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. "
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?"
Éste respondió: "Cien barriles de aceite."
Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta."
Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?"
Él contestó: "Cien fanegas de trigo."
Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta."
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.
Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado.
Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero."
------o------
Comentarios: José Antonio Pagola.
“No podéis servir a Dios y al Dinero”.
Estas palabras de Jesús no pueden ser olvidadas en estos momentos por quienes
nos sentimos sus seguidores, pues encierran la advertencia más grave que ha
dejado Jesús a la Humanidad. El Dinero, convertido en ídolo absoluto, es el
gran enemigo para construir ese mundo más justo y fraterno, querido por Dios.
Desgraciadamente, la Riqueza se ha
convertido en nuestro mundo globalizado en un ídolo de inmenso poder que, para
subsistir, exige cada vez más víctimas y deshumaniza y empobrece cada vez más
la historia humana. En estos momentos nos encontramos atrapados por una crisis
generada en gran parte por el ansia de acumular.
Prácticamente, todo se organiza, se
mueve y dinamiza desde esa lógica: buscar más productividad, más consumo, más
bienestar, más energía, más poder sobre los demás... Esta lógica es
imperialista. Si no la detenemos, puede poner en peligro al ser humano y al
mismo Planeta.
Tal vez, lo primero es tomar
conciencia de lo que está pasando. Esta no es solo una crisis económica. Es una
crisis social y humana. En estos momentos tenemos ya datos suficientes en
nuestro entorno y en el horizonte del mundo para percibir el drama humano en el
que vivimos inmersos.
Cada vez es más patente ver que un
sistema que conduce a una minoría de ricos a acumular cada vez más poder,
abandonando en el hambre y la miseria a millones de seres humanos, es una
insensatez insoportable. Inútil mirar a otra parte.
Ya ni las sociedades más progresistas
son capaces de asegurar un trabajo digno a millones de ciudadanos. ¿Qué
progreso es este que, lanzándonos a todos hacia el bienestar, deja a tantas
familias sin recursos para vivir con dignidad?
La crisis está arruinando el sistema
democrático. Presionados por las exigencias del Dinero, los gobernantes no
pueden atender a las verdaderas necesidades de sus pueblos. ¿Qué es la política
si ya no está al servicio del bien común?
La disminución de los gastos sociales
en los diversos campos y la privatización interesada e indigna de servicios
públicos como la sanidad seguirán golpeando a los más indefensos generando cada
vez más exclusión, desigualdad vergonzosa y fractura social.
Los seguidores de Jesús no podemos
vivir encerrados en una religión aislada de este drama humano. Las comunidades
cristianas pueden ser en estos momentos un espacio de concienciación,
discernimiento y compromiso. Nos hemos de ayudar a vivir con lucidez y
responsabilidad. La crisis nos puede hacer más humanos y más cristianos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario